Voy a intentar relatar el primer dÃa de travesuras.
Primero, madrugón del copón. El viernes a las 7 ya estaba mi cuerpo funcionando artificialmente. La cabeza aún estaba soñando con ovejitas.
Tras organizar los avatares varios, mi coger particular (un solete de hombre que me vino a recoger a las puertas de la guarida familiar) ya tocaba el claxon en la calle (pobres vecinos! Si soy yo, y un espontáneo, a las 7:45 de la mañana, en dÃa de puente, se pone a pitar, no lo dudo: saco cubo de agua!).
Zombi una bajó (No preguntéis como. Son situaciones irreales inexplicables) y pal coche. Destino? No! Margalef aún no! El centro excursionista! Primero hay que reunir el grupo!
Y como suele pasar... el grupo es inexistente! Y la gente? Pero que pasa? Aquà sólo madrugamos los pringaos??
Media hora después empieza a llegar la gente. Una está tan sobada que ni cabrearse puede. En fin... Mientras se espera a los demás vamos a desayunar. Una confia que el café en vena la espabile un poco. Ilusa...
Un cafetico y una palmera después, una servidora sigue igual de lerda pero con menos vacÃo estomacal. Piti va piti viene, la gente se presenta en el bar. Y encima con prisas! Que parte no entiendo?
Bocatas pillaos, aguas cargadas, mochilas revisadas. Que falta? Embutir todos los paquetes en la furgo.
Madre mÃa! Parecemos gitanos! El proceso de organización del equipaje se asimila al juego del tetris. Cuantos menos espacios vacÃos dejes, mejor. Y oye, parece mentira pero con mucha paciencia, unos cuantos cagamientos, muchos apretones y algo de suerte, todo entra.
El coche volcar, os aseguro que no vuelca. El peso se lo prohÃbe. Ahora bien...correr tampoco. Mejor, asà nos olvidamos de los radares y los dichosos puntos!
¿Entonces Salimos?
Metemos primera, arrancamos y.... NOOOOOUGGHH! Empieza a llover!!! Madre mÃa...que me huele mu mal....
No importa, tranquilos...ignoremos lo que dice el hombre del tiempo por la radio, ignoremos los nubarrones, ignoremos a los pesimistas del grupo y tos pal monte que corre prisa!
Unas dos horitas y pico de lluvia después, hacemos la primera paradita. Mis rodillas y articulaciones lo agradecen (mi vejiga más).
Estamos muy cerca de Margalef, a unos 15 minutos. No llueve pero el cielo está más negro que Baltasar.
Mantengamos la fe... mantengamos la fe.... dicen que es lo último que se pierde (¿El que lo decÃa la encontró primero? ¿Es algo que se busca? ¿Quye forma tiene la fe? ).
En fin... Mientras algunos estiramos las patas y satisfacemos ciertas necesidades naturales, otros (los más freaks) se dedican a explorar las montañicas (barnizadas con suculento barro invernal) de los alrededores para ver si encuentran alguna zona apta para equipar (SÃ, hoy ya nos damos por vencidos. Ho no se escala. La roca está empapada!).
Suerte que nos acompaña Sabina en el coche y nos animamos con sus letras! El rey Sabina sube la moral a cualquiera (quita el sueño, el frÃo y las ganas de enviarlo todo a la mierda!).
Sin nada que subir, decidimos ir, de una vez por todas, a Margalef. Al pueblo. Al menos dejar los bártulos y comer algo (algo que sea más nutritivo y menos gulas que tragar galletas de chocolate).
Llegamos a la casa de la colega. Que frÃo Dios! Más frÃo dentro que fuera! Y que peste!!!! Que ha pasao aquÃ? Estamos sobre un vertedero?
Guiada por los efluvios pestilentes, me dirijo a la cocina. Abro lentamente la nevera y.... horror!
No pretendo reproducir la nauseabunda sensación tras sacar la bandeja de las verduras. Los tomates dejaron de ser rojos para convertirse en una capa gigante y blanquecina de moho! El olor....o mal olor...indescriptible! Tiraba pa tras al más cerdo de la comarca!
Pero la fuente pestilente principal no eran los tomates (que también) sino un brick de leche agria de a saber cuando! (un poco más y muta a requesón).
Tras varios minutos de ventilación neverÃstica y casera en general, quitamos (en parte) la peste que rodeaba la habitación.
Pero el problema principal seguÃa ahÃ. La nevera no funcionaba, no porqué le diera por tocar los cojones, sino porqué no habÃa luz!!
Mal rollo... mu mal rollo... Nos olimos lo peor (y eso que la peste a leche podrida dominaba la totalidad de la pituitaria).
Silencio incómodo. Momento de confusión y pánico controlado. Empezamos a relacionar conceptos: Diciembre = oscuro a las 5:30 pm = Incapacidad para cocinar, leer, ir al servicio = jugar al mus.... = frustración general.
Que no cunda el pánico! Tenemos frontales? NO Lámparas? NO Linternas? NO Velas? NOOOO!!
Pues... Que cunda, que cunda!!!!!!!!
Decidimos llenar el buche para poder pensar mejor. Muy rica la tortilla de patatas (Jordi nominado a guÃa MitchelÃn!) y los bocatas. Las energÃas (unidas a las previsiones meteorológicas nefastas para el resto de la tarde) nos animan a modificar nuestros planes. Nada de subir montañas. Nuestra prioridad es encontrar luz!
Objetivo? Saquear la ermita (mu, mal lo se, lo seee) y coger velitas. Es que es festivo! Ni comprar se puede!! Prometemos devolverlas con alguna más. Es una necesidad vital....no cuenta como robo =/
(No se si al final se hizo o no... el resto del final me lo perdà por asuntos familiares)